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OCOTEPEC, MORELOS

Su nombre viene del náhuatl “ocotl” (ocote, pino, conífera) y “tepec” (Montaña o cerro), que significa “Cerro de los ocotes”.


¿ DÓNDE ?

A solo 20 minutos en coche (7 km) del Zócalo de Cuernavaca, en el Estado de Morelos.
Ahí está Ocotepec, en el camino a Tepoztlán.


DIVISION DEL OCOTPEC PREHISPANICO

Este poblado se dividió en cuatro barrios. Sus nombres actuales son escritos a continuación, seguidos de su denominación original en náhuatl. Ocotepec está en el centro de la imagen y los cuatro sectores en cada esquina.
A continuación unas notas muy interesantes sobre los barrios, según el libro “Cuernavaca, sus poblados…” citado en la bibliografía, y que me fue amablemente facilitado en la biblioteca “Quetzalcóatl” de Ocotepec.




El barrio de Santa Cruz. Xalxokotepazola






El barrio Candelaria. Tlanehui




“Los tlahuicas del Sureste del “Cerro de los Ocotes” tenían un Teocalli sobre una base piramidal en donde se adoraba a “la luz del nuevo amanecer” (Quetzalcóatl).
“Se especula que los monjes franciscanos… argumentaron a los nativos que la luz que adoraban no tenía esencia divina, sino que el verdadero Dios (Jesucristo) realmente se manifestaba en otra luz, la que emanaba de una candela que siempre permanecía encendida en al mano de su madre, la Virgen María”.
“Y así surgió el culto a la Virgen de la Candelaria y la motivación para emprender la construcción de una capilla del mismo nombre.Con las piedras de la pirámide donde se adoraba a la deidad pagana se levantó esa capilla, hoy ubicada en la esquina que forman las calles Galeana y Leandro Valle”
.



El barrio Tlacopan. Los Ramos



Los pobladores del antiguo barrio de Tlacopan eran diestros en el trabajo artesanal con bejuco, material prima que abundaba en el noroeste del cerro, elaboraban cestos, canastas, chiquihuites.Aprovechando esto, los frailes españoles inculcaron a los lugareños la idea de que las varas y ramas que utilizaban en sus trabajos artesanales, tenían significación religiosa, estaban relacionadas con la entrada triunfal del hijo de Dios a la ciudad de Jerusalén, en donde sus habitantes lo aclamaron con los “Ramos de Palmas” que también son empleados en la cestería. De esa estirpe cristiana viene el nombre de este barrio”.


El barrio Culhuacan. Dolores



Se dice que los habitantes originales del barrio de Culhuacan eran –curanderos- que atendían y sanaban enfermos con herbolaria…”
“También se asegura que los franciscanos difundieron entre los aborígenes que, en el ejercicio de la medicina, el sufrimiento era el ingrediente por excelencia.
Además enseñaron que el dolor es parte indispensable de la esencia humana y divina, porque Jesús, el hijo de Dios hecho hombre, lo padeció intensamente en la cruz, y su Madre contempló dolorosamente su cruel crucifixión. Así, en este barrio se estableció como adoración principal a la Virgen y el Señor de los Dolores”
.

BREVE CRÓNICA DE OCOTEPEC Y EL ESTADO DE MORELOS

El territorio del actual estado de Morelos, fue ocupado cronológicamente por:

a) Olmecas en Chalcatzingo y Ocuituco
b) Toltecas en Xochicalco
c) Xochimilcas en Tetela, Hueyapan, Ocuituco, Tepoztlán, Totolapan, Tlayacapan, Atlatlahuacan y Zacualpan
d) Tlahuicas en Cuauhnahuac, Yecapixtla, Yautepec, Jiutepec, Oaxtepec, Teopanzolco y Ocotepec
e) Tecpanecas en Ocotepec
f) Acolhuas en Ocotepec
g) Mexicas como pueblo conquistador, se asentó y gobernó en los sitios ya poblados antes citados

Particularmente, Ocotepec tuvo sus primeros habitantes que fueron los tlahuicas y fundaron el barrio Tlanehui. Luego llegaron los tecpanecas que fundaron el barrio de Tlacopan, y luego por los acolhuas que iniciaron el barrio de Culhuacan. El cuarto barrio llamado Xalxokotepeazola recibió su población de los otros tres.

Muy cerca de Ocotepec, en la población de Amatlán, nació Ce Acatl Topiltzin en el año 843 de nuestra era, estudió en Xochicalco para ser un sacerdote del dios Quetzalcoatl. Su labor religiosa fue tan significativa que quedó profundamente vinculado a ese dios, y se le vio como una personificación de dicha divinidad.

El territorio de este estado fue dominado por los mexicas en el siglo XV. En 1519 Tizapapalotzin era el gobernante de Oaxtepec e Itzcohuatzin lo era en Cuauhnahuac, ambos tributarios de Tenochtitlan.
Después de que los españoles conquistaran estas tierras, fueron a Tenochtitlan enfrentando a los mexicas y la dominaron en 1521, marcando con sangre el inicio del siglo XVI.
En 1523, Cortés hizo la primera hacienda azucarera de la Nueva España, instalándola en Tlaltenango.

Cortés construyó su palacio en Cuernavaca, la vieja ciudad tlahuica de Cuauhnahuac.




Ocotepec fue incluido bajo el mando de Hernán Cortés cuando este fue nombrado Marqués del Valle por el Rey Carlos V en 1529.
Así pasaron tres siglos, efectuando la evangelización, la explotación, la imposición, y el mestizaje.
Después de que la Independencia fue consumada en 1821 por Agustín de Iturbide, muchos episodios importantes de la historia nacional fueron escritor en el territorio de este Estado.
En 1855, el General Juan Álvarez nombró a Cuernavaca como la capital de la República mexicana.
En 1869, cuando el Estado de Morelos fue creado, Ocotepec quedó incluido dentro de la Municipalidad de Cuernavaca.

En 1887 la población de Ocotepec fue estimada en 770 personas.
En 1913 el número fue alrededor de 2,000 habitantes. Durante la Guerra de Revolución, este número se redujo a la mitad.
En el año 2000 el INEGI hizo un censo y obtuvo el número de 15,504 habitantes.

En ese año, en los cuatro viejos barrios prehispánicos, el INEGI contó:
1,341 pobladores en el sector de Tlacopan (Ramos)
6,886 habitantes divididos en los otros tres sectores, Tlanehui (Candelaria), Culhuacan (Dolores) y Xalxocotepeazola (Santa Cruz).

Actualmente, en el centro de Ocotepec, el principal ex convento está dedicado al “Divino Salvador”, y es el corazón religioso de toda la población, y reúne a la gente de toda la localidad.
Fue un convento franciscano fundado en 1582, y de aquel tiempo conserva aún los arcos a un lado de la iglesia y el muro del atrio. La fachada barroca está dedicada al Santo Patrono con la escultura de San Pedro con sus llaves y San Pablo con su espada.

UNESCO: PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD EN MORELOS

De los tiempos prehispánicos, las ruinas de Xochicalco fueron declaradas como patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

En su cercanía Ocotepec tiene varios ex conventos (11) del siglo XVI ubicados en las faldas del Volcán Popocatepetl, fueron declarados en 1994, como patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Esto significa que una de las primeras áreas en donde se introdujo la religión católica y el nuevo orden en la Nueva España fue esta zona, y no con instalaciones sencillas, sino que con edificios de construcciones significativas, hechas con el concepto arquitectónico europeo, y la mano de obra indígena.

Por otro lado está Xochicalco, un centro religioso tolteca en donde el dios Quetzalcóatl fue adorado y su sacerdote más reconocido, Ce Acatl Topiltzin, estudió y comenzó su carrera espiritual.
Xochicalco fue declarado patrimonio de la humanidad en 1999 por la UNESCO.



El Estado de Morelos tiene grandes maravillas, y como se ha explicado, tiene monumentos prehispánicos y coloniales que ya han sido reconocidos mundialmente por la institución internacional encargada de evaluar, calificar y financiar la conservación de los lugares.



En medio de todo este escenario tan importante, Ocotepec jugó y juega un papel importante en todo el esquema, pues está ubicado en el importante cruce de caminos dentro de todas estas sorprendentes poblaciones. Ocotepec es el centro de todas ellas. Al norte se conectaba con Tenochtitlan (México), al sur con Cuauhnahuac (Cuernavaca) y Xochicalco, al oeste con Malinalco, y al este con Tepoztlán y Cholula.

UN ENCUENTRO DRAMÁTICO

Los tlahuicas fueron una de las siete tribus que salieron de Chicomoztoc, y vinieron hacia este territorio. Como grupo organizado tomaron estas tierras, se deshicieron de los antiguos pobladores diseminados en el área, y se mezclaron con las familias del destruido Imperio Tolteca.
Después de batallas y alianzas, los tlahuicas comenzaron a pagar tributo a los mexicas, quienes llegaron a dominar este territorio. En la segunda década del siglo XVI, los mexicas enfrentaron a la poderosa alianza de españoles con pueblos insatisfechos como lo eran los totonacas y los tlaxcaltecas, quienes se unieron a las fuerzas de Cortés y así derrotaron a los mexicas.


Cortes había visto que en Cuba fue una mala idea exterminar a los nativos pues eran necesarios para el desarrollo económico y productivo de la colonia, así que en la Nueva España él permitió la mezcla de razas (prohibiendo inicialmente la llegada de mujeres españolas a estas tierras). Él solicitó que los nativos permanecieran libres de castigo por parte de la Inquisición y que los productos de la alimentación nativa básica, como el maíz, chile y frijol, se produjeran en suficiente cantidad para alimentar a la población con lo que estaban acostumbrados.

Los rangos sociales, la gastronomía, el vocabulario, las festividades, el paisaje, la producción, los recursos medicinales, todo empezó a ser novedad al mismo tiempo, en distintos sentidos, a veces limitados, en otros limitando o substituyendo, pero al final, creando un nuevo concepto, y construyendo un nuevo mundo.

Toda esta mezcla, trajo una rica combinación de ideas, de rituales, de métodos y de expresiones.
Algunos de ellos serían cambios forzados, incluso brutales. Otros ajustes serían producto de encuentros interesantes, adiciones espirituales, y principalmente, la filosófica manera de adaptarse y entender la vida.

Una de las resultantes de esta mezcla de culturas, es precisamente la manera actual de festejar el Día de Muertos.

EL DIA DE MUERTOS

Las antiguas culturas que moraban en el territorio de nuestro país, acostumbraban conmemorar a sus difuntos, recibiendo la visita de su espíritu una vez al año.
Para esas ocasiones, la familia se reunía y ofrecía los platillos preferidos del muerto de forma que pudieran compartir con él los colores y aromas de su comida favorita, así como dar testimonio de que lo recordaban y lo acompañaban.
Tanto la cultura tlahuica como la mexica tenían esta creencia y practicaba este ritual. Una modificación sustancial vino con la conquista española.

En general, aunque la religión católica traída por los europeos no suele ofrecer comida y colores a las ánimas visitantes, no estuvo tan alejada de ser aceptada por los pobladores originales en su estilo de rezar y actuar por el eterno descanso de las almas de sus difuntos.
Misas, cruces, velas, fueron elementos rituales agregados sobre el culto prehispánico y el altar original, al cual las familias prehispánicas ya ponían frutas, agua, guisos, incienso y flores.



La profundidad religiosa de estas dos culturas que se encontraron, europeos y americanos, ganó en esta mezcla, en cada lugar del territorio fue la misma religión católica que se combinó con las diferentes tradiciones existentes para celebrar a los difuntos. En cuanto a las culturas prehispánicas del norte o del occidente del territorio de nuestro país, tenían diferentes usos y elementos que los del sur, o del golfo. Cada una tenía su ritual. A todas ellas las cubrió una misma y nueva versión espiritual de conmemorar, y se unificó en el amplio territorio esta celebración. El alcance evangelizador de los europeos llegó a sitios muy lejanos, más allá de donde habían llegado los mexicas en su expansión imperialista.
No quiere decir que ahora el festejo sea idéntico y parejo en todo el país. Solo quiere decir que la versión actual es combinación de un estilo anterior más local, con un estilo europeo de carácter católico.

Con esta mezcla, México tiene ahora una forma de celebrar el Día de Muertos muy diferente a como lo hacen en España, y también distinto a como lo hacían los antiguas culturas del territorio.
Vivimos un sincretismo ritual, y uno de los mejores lugares para disfrutarlo y verlo con intensidad es Ocotepec, Morelos.

En general, en México las ofrendas para el difunto tienen los que se consideran los cuatro elementos básicos:

Agua en cazos o vasos.
Aire manifestado en el incienso o en papeles picados que revolotean con el viento.
Tierra representada en el petate.
Fuego en las velas encendidas.

NOVIEMBRE 1

Durante el día, las familias preparan todo lo necesario para recibir la visita de las ánimas de sus parientes difuntos. Pero no solo las ánimas irán a sus casas, también recibirán una gran cantidad de respetuosos visitantes vivos que entrarán a sus casas para ver sus altares, el cuerpo simulado que se coloca, y disfrutar de los alimentos y bebidas que se comparten con la gente.

Aunque estas visitas son bienvenidas todo el tiempo, es recomendable empezar a hacer las visitas después de las 6 p.m., cuando el sol empieza a ocultarse y las velas se comienzan a encender.
En los cuatro barrios, en cada casa donde tuvieron un difunto a lo largo del año, muchas veces hacen una línea naranja con las flores de “cempoalxochitl” (o “cempasúchil” como se le dice en español. El nombre náhuatl significa “flor de los veinte pétalos”, ya que Cempoal significa veinte y Xochitl significa flor.
Esta línea de brillante color anaranjado va de la esquina o de la calle, directo a la puerta de la familia que perdió a un ser querido este año.





Quien visita Ocotepec, tiene con esto una forma muy sencilla de encontrar las casas en donde hay altares y celebraciones. Solo tiene que seguir la línea de flores, escuchar los tronidos de los cohetes que están quemando los familiares para anunciar que llega el alma de su difunto y que están listos para recibir visitas, todo esto es una fiesta.








Flores, velas, cohetes, son una buena manera de señalar la casa de las familias que conmemoran una perdida reciente. Imaginación y creatividad son parte de este tributo para aquellas almas visitantes, a las que en este día se les permite regresar a sus casas a disfrutar de la compañía de sus parientes vivos, del color y aroma de sus comidas y bebidas favoritas, y para tener testimonio de que siguen vivos en la memoria y corazón de sus familiares.
Otra forma de detectar las casas en donde se conmemora este día, es identificando a los grupos de visitantes que se reúnen y hacen fila afuera de una casa para entrar.
Una vez que los paseantes encuentran el final de una línea de flores naranjas a la entrada de una casa, en muchos casos encuentran también un colorido arco floral que recibe dando la bienvenida al alma visitante. En estos casos, el nombre del difunto aparece escrito con flores, o frases cariñosas o el papel que tenían en la familia, “Mamá”, “Papá”.
Esos arcos pueden tener el brillante color naranja del cempoalxochitl, con dibujos como ángeles, cruces, líneas, letras, etc.
Todas estas flores colocadas a lo largo de las calles o usadas para decorar los arcos, le dan a esta noche tan especial una frescura muy peculiar, atractiva no solo para las almas que vienen de visita, sino también para los testigos de toda esta celebración.







(El texto dice “Papá bienvenido a tu casa”)








(El texto dice “Tu familia te recibe Esteban”)







Una respetuosa y ordenada fila de visitantes espera su oportunidad para ver el interior de las casas abiertas que exponen su altar, y es en donde la parte más colorida y aromática de la noche tiene lugar.







La decoración de un altar es muy interesante. Por supuesto es diferente de una casa a otra, lo cual enriquece las expresiones de esta tradición. Normalmente la decoración y montaje de las ofrendas o altares comienza desde el suelo, en donde se colocan cruces con pétalos de cempoalxochitl.
Las velas encendidas de diferentes tamaños se colocan en el suelo (para minimizar accidentes).
También colocan un petate.
Sobre el petate se ponen varias cazuelas que contienen los diferentes alimentos que agradaban al difunto, y sin tapadera de forma que el encantador aroma de los guisos atraiga y deleite al ánima visitante.
Los colores juegan un papel importante en todo esto, atrayendo al alma, y explotando en sus matices ante los ojos de los visitantes. Los cráneos de azúcar por su colorido y dulce material, no alcanzan a verse como elementos macabros.
El incensario se utiliza para quemar copal, el cual purifica el ambiente y de esa manera se ofrece al ánima un espacio limpio.
Otro elemento, uno de los principales, es la fotografía del difunto para el cual se levanta y dedica el altar.






En el siguiente nivel, un cuerpo vestido simula al difunto, rodeado por una gran cantidad de flores, frutas (principalmente naranjas, manzanas y cañas), vasos con agua, las bebidas favoritas de la persona, en muchos casos es tequila, ron o brandy, refrescos de cola, limones (todo lo necesario para preparar una Cuba Libre).
La suela de los zapatos siempre queda a la vista de las personas que se acercan a saludar y compartir con los deudos el momento.
Estos zapatos son casi siempre de los que en realidad utilizaba el difunto, y sin duda, el ocasiones, son el par de zapatos favoritos del fallecido.







Un pan especial es elaborado para esta celebración, se llama como en todo el país, “Pan de Muerto”. La variedad más famosa es la que se presenta cubierta de azúcar espolvoreada, y con bolas y formas que simulan los huesos y el cráneo del difunto. Otros tipos de pan representan el cuerpo completo con los brazos cruzados y decorados con azúcar de color rosa, y en ocasiones sirven para decorar al cuerpo simulado en la casa de los deudos.







El cuerpo simulado, se viste con la ropa habitual de la persona que falleció. La cabeza es señalada con un cráneo de azúcar y en algunos casos se le coloca un sombrero.






Muchas velas se distribuyen y venden ese día. Por un lado para la decoración familiar del altar de muertos, y por otro lado, porque a los visitantes nos recomiendan no llegar a las casas con las manos vacías, y de este modo, se llevan frutas, bebidas, pero sobre todo, se sugieren velas.







Pequeños cuerpos hechos de pan, cuyos brazos, piernas y cabeza se cubren de un brillante color rosa del azúcar con que se espolvorean, y de ese modo, se le da un sabor dulce y un aspecto alegre a la muerte.En cada casa en donde se abren las puertas a los visitantes para dejarlos ver la ofrenda o altar, se ofrece una bebida caliente, normalmente es ponche.







En muchos casos también se ofrece algo de comer; puede ser una pieza de pan o un tamal.








La riqueza de esta celebración salta ante la atención y sorpresa de todos los presentes, por sus colores, el perfume de sus flores, el aroma de los guisos, la luz de las velas, la actitud amable de la gente que recibe visitas, ofrece un pan y sirve un ponche, el respetuoso orden en que la gente se acomoda para entrar a las casas y con interés se forma para tener la oportunidad de admirar el empeño con que se ha levantado el altar y se han colocado las ofrendas al difunto, y que todo en su conjunto, es una explosión de vida celebrando la muerte.








La simulada presencia de la muerte (de pies a cabeza) rodeado de tantos elementos, aromáticos y luminosos, colocados en la sala o comedor, en el cuarto de la televisión o en la recámara de la casa, abre una enorme puerta a la privacidad de las familias, no solo a la intimidad física y especial de la gente, sino también a su centro de emociones.



NOVIEMBRE 1 POR LA NOCHE EN CASAS Y CAPILLAS